No importa a dónde viaje, Mariana Enríquez visita el cementerio. Cada ciudad, una necrópolis. Con los años se ha convertido en catadora de cementerios: pasea, guiada por la curiosidad y la intuición, hasta extraviarse entre nichos y lápidas, observando la vida que se agita silenciosa entre los difuntos.
En las crónicas de este libro, ni fúnebre ni solemne, esta flâneur gótica comparte su mirada y su memoria de los cementerios de Lima, Génova, Frankfurt, Guadalajara, París y otros. Y por supuesto los que quiere catar antes de morir.
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